www.paquebote.com > ANTONIO TABUCCHI
Un home común, un antiheroe que afronta a irrupción da historia e das súas esixencias na súa vida tranquila, apraciblemente gris. Afirma Pereira ten sido definida como unha gran novela civil e como unha obra destinada a perdurar no tempo. E tamén, exemplarmente, na memoria dos lectores. Un gran libro, por fin en lingua galega.
Con esta novela, una de las cumbres de la literatura de esta década, Antonio Tabucchi logró la unanimidad de la crítica, los más prestigiosos galardones y la respuesta masiva de los lectores. Lisboa, 1938. La opresiva dictadura de Salazar, el furor de la guerra civil española llamando a la puerta, al fondo el fascismo italiano. En esta Europa recorrida por el virulento fantasma de los totalitarismos, Pereira, un periodista dedicado durante toda su vida a la sección de sucesos, recibe el encargo de dirigir la página cultural de un mediocre periódico, el Lisboa. Pereira tiene un sentido un tanto fúnebre de la cultura: prefiere la literatura del pasado, dedicarse a la elegía de los escritores desaparecidos, preparar necrológicas anticipadas. Necesitado de un colaborador, contacta con un joven, Monteiro Rossi, quien a pesar de haber escrito su tesis acerca de la muerte está inequívocamente comprometido con la vida. Y la intensa relación que se establece entre el viejo periodista, Monteiro y su novia Marta, cristalizará en una crisis personal, una maduración interior y una dolorosa toma de conciencia que transformará profundamente la vida de Pereira. En esta novela, Tabucchi ha conseguido crear un inolvidable personaje que sin duda dejará una profunda huella en el lector, Pereira. Y con la historia de este periodista, Tabucchi nos ofrece también una espléndida historia sobre las razones de nuestro pasado que pueden ser perfectamente las razones de nuestro incierto presente.
Bajo la forma inédita de un diario de una experiencia misteriosa e iniciática, Tabucchi ha escrito su más hondo homenaje a Portugal. En un estado entre la conciencia y la inconsciencia, entre la experiencia de lo real y la percepción del sueño, un hombre se encuentra, sin saber explicarse cómo, en una Lisboa desierta y tórrida al mediodía de un último domingo de julio. Sabe que tiene una misión que cumplir en particular el encuentro con un personaje ilustre y desaparecido que, quizá, como todos los fantasmas, se presentará sólo a medianoche, pero no tiene ni idea de cómo llevarla a cabo. Se entrega así al flujo del azar, y se encuentra frente a un recorrido que lo lleva a revivir el recuerdo de aquel día, a transitar de nuevo por algunas etapas fundamentales de su vida, a tratar de resolver los nudos de su estado alucinatorio. La alucinación, el viaje y el sueño duran doce horas, durante las cuales se comprimen y se dilatan los tiempos de una vida: pasado y presente se mezclan para explicarse recíprocamente, muertos y vivos se encuentran en los mismos lugares, unos lugares que se fijan en una inmovilidad que nada tiene que ver con el tiempo.
«El principio de una historia es sólo la continuación de otro principio.» Así piensa, antes de iniciar el recuento de sus bromas, la protagonista de «Aserrín, aserrán», uno de los seis inquietantes relatos que componen este libro. Cuando se haya cumplido su propia traición verá descender ante el espejo la imagen de su ángel de la guarda «con un pelaje oscuro y raso como el de una rata». La aparición súbita y antigua del mal, ese «ángel negro» que turba el inocente juego de recoger frases anónimas en los cafés o que encañona a los jóvenes que en la noche conversan confiados y alegres, proporciona a este conjunto de historias una sólida y espléndida unidad. A esa cohesión contribuye tanto la enigmática figura de Tadeus, que dos cuentos comparten, como los símbolos del agua: las truchas que evocan la vida del viejo poeta, tal vez la sombra de Montale, o el Capitán Nemo cuando visita la imaginación de un niño en el último relato. Un mismo gusto desasosegado pero exquisito, áspero pero elegante, recorre con sutileza cada una de estas pequeñas piezas maestras.